MARGARET ANN BURKLEY

Photography
2024
ChromaLuxe 60cmx80cm
James Barry, nacida Margaret Ann Burkley en 1789 en Irlanda, es una figura fascinante y compleja de la historia médica y social. Desde muy joven mostró un inusitado interés por la medicina y la ciencia, lo que le llevó a desafiar las normas de género de su época. A los 15 años, Margaret decidió que quería ser médico, un sueño que la llevó a adoptar una identidad masculina, convirtiéndose en James Barry.
Barry se trasladó a Londres, donde se matriculó en la Universidad de Edimburgo, una de las pocas instituciones que permitían matricularse a las mujeres, aunque en su caso lo hizo como hombre. En 1812 se graduó como doctora en medicina, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en obtener un título médico en el Reino Unido. Su cambio de identidad no sólo le permitió acceder a la educación médica, sino que también le abrió las puertas a una carrera en el ejército británico.
A lo largo de su vida, Barry sirvió en diversas partes del mundo, incluida Sudáfrica, donde trabajó como médico militar. Su carrera estuvo marcada por un enfoque innovador y a menudo audaz de la medicina. Destacó por sus habilidades quirúrgicas y por promover prácticas higiénicas que mejoraron la salud de los soldados y las comunidades locales. Barry era conocido por su fuerte carácter y su defensa de la equidad en el trato a los pacientes, independientemente de su condición social.
A pesar de su éxito profesional, la vida de Barry estuvo llena de retos y contradicciones. Mantuvo su identidad masculina en un entorno que no aceptaba la diversidad de género, y su vida personal estuvo marcada por el secretismo. Se especuló mucho sobre su vida privada y, aunque Barry nunca se casó ni tuvo hijos, estableció estrechas relaciones con colegas y amigos.
La vida de James Barry tuvo un final inesperado en 1865, cuando falleció en Ciudad del Cabo. Tras su muerte, la autopsia reveló su sexo biológico, lo que causó un gran revuelo. La historia de Barry desafía las categorizaciones médicas y de género de su época, y su legado ha sido revalorizado en los últimos años, siendo reconocida no sólo como pionera en medicina, sino también como una figura clave en la historia del género.
​
​
James Barry, born Margaret Ann Burkley in 1789 in Ireland, is a fascinating and complex figure in medical and social history. From an early age, he showed an unusual interest in medicine and science, which led him to challenge the gender norms of his time. At the age of 15, Margaret decided she wanted to become a doctor, a dream that led her to adopt a male identity, becoming James Barry.
Barry moved to London, where she enrolled at the University of Edinburgh, one of the few institutions that allowed women to enroll, although in her case, she applied as a man. In 1812, she graduated as a medical doctor, becoming one of the first women to obtain a medical degree in the United Kingdom. Her change of identity not only allowed her access to medical education, but also opened the door to a career in the British Army.
Throughout her life, Barry served in various parts of the world, including South Africa, where she worked as a military doctor. His career was marked by an innovative and often bold approach to medicine. He was noted for his surgical skills and for promoting hygienic practices that improved the health of soldiers and local communities. Barry was known for his strong character and his advocacy of fairness in the treatment of patients, regardless of their social status.
Despite his professional success, Barry’s life was full of challenges and contradictions. He maintained his masculine identity in an environment that did not accept gender diversity, and his personal life was marked by secrecy. There was much speculation about his private life, and although Barry never married or had children, he established close relationships with colleagues and friends.
James Barry’s life came to an unexpected end in 1865, when he passed away in Cape Town. After his death, upon autopsy, his biological sex was revealed, which created quite a stir. Barry’s story defies the gender and medical categorizations of her time, and her legacy has been reevaluated in recent years, with her being recognized not only as a pioneer in medicine, but also as a key figure in the history of gender.